Fantasía sexual es aquella que reproduce una situación a través de nuestra imaginación, en la que intervienen las relaciones sexuales.
Por una cuestión de educación, siempre se ha atribuido que sólo eran los hombres los que tenían fantasías eróticas, cuando se sabe que las mujeres tenemos mucha más imaginación. Lo que significa que nosotras somos capaces de generar historias para estimularnos igual que los hombres, aunque hasta hace poco era un tema tabú en las conversaciones entre amigas. Las fantasías como su nombre indica son sueños que no se llevan a cabo nunca, y si se llegan a realizar pueden causar una gran decepción, ya que desarrollas la aventura de una forma perfecta y placentera que te ayuda a excitarte y no se tienen en cuenta los posibles detalles desagradables.
Todavía hay dudas de lo que puede pensar un hombre si sabe que su mujer se excita pensando en alguien que no es él, ya que creen que es algo así como una infidelidad. Nada más lejos de la realidad. Cada uno hace con su pensamiento lo que quiere y no hace mal a nadie, sólo se desata la imaginación, la cual es básica para las masturbaciones.
¿Pero qué nos gusta pensar a las mujeres para excitarnos?
Fantasear con otro hombre que no sea tu pareja, sea un amigo, un vecino, un actor, alguien que te produzca algún tipo de morbo para poder crear como una pequeña película que te lleve a un profundo deseo sexual. Otra escena sería la de tener sexo con varios hombres y, por ejemplo, que penetren a la mujer uno detrás de otro, con la satisfacción de saber que los tiene a su capricho. La siguiente fase de esta fantasía es convertirla en una situación más dura y representarla como una violación, aun sabiendo que en la realidad sería absolutamente impensable. También tenemos la categoría de las historias sados, tanto en el papel de dómina que proyecta su poder sobre los demás vestida de látex negro, o como de sumisa casi desnuda, dejándose hacer todo aquello que los instintos más perversos del sexo puedan llegar a planear para producir dolor en su cuerpo. O incluso, las relaciones lésbicas con mujeres conocidas o desconocidas para probar otras opciones de sexualidad. Una más sensible y delicada entre cuerpos femeninos que se acarician y se besan o aquella en que una interpreta el papel más masculino, incorporando arneses con pene para jugar con él y llegar a una penetración.
Con esto quiero decir, que no hay tanta diferencia entre hombres y mujeres en cuanto a jugar con la mente, el sexo y el placer. Y lo más importante, que todo es relativo. Lo que a una le excita a la otra le molesta, entonces, cada una decidirá si pone o no en práctica sus fantasías.
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